sábado, 7 de noviembre de 2009

El testimonio

Mañana en mi Confirmación, leeré el siguiente testimonio. Lo posteo para que todo aquél que le gustó, lo pueda leer otra vez. Ahí les va:


Hace algunos meses, en abril para ser más exactos, decidí embarcarme en esta aventura de la Confirmación. Pero no estaba solo, mis amigos de siempre, mis casi hermanos, me han acompañado a través de esta experiencia. Al inicio tomé la Confirmación como un evento social más que como una experiencia enriquecedora e importante de mi vida. Sin embargo, a través de todos estos meses, cambié de opinión acerca de la importancia de este sacramento y el compromiso que significa.
Compromiso, esa es la palabra que resume lo que esta decisión significa. La Confirmación es un compromiso con Dios, para seguirlo y difundir su mensaje de amor. Jamás se avergüencen de decir que son Católicos, ni de seguir a Dios, así como nunca se avergonzarían de sus padres. Comprometerse con Dios, significa también comprometerse con los que rodean, para ser siempre un hombro sobre el cual ellos puedan descansar. Pero sobretodo, comprometámonos con nosotros mismos, para tener siempre como meta ser mejores. Mejores cristianos, hijos, amigos, mejores personas. Una vez, Katty y Elsa nos dijeron en una sesión, aquí, en el colegio, que la Iglesia no necesita de personas mediocres, necesita de gente dispuesta a seguir a Dios, sin importar ningún obstáculo, a sacrificar su tiempo para ayudar a los demás, a amar a nuestros hermanos, tal cual Jesús nos ama.
El servir a los demás es la base de nuestra Fe. Todos hemos podido comprobar lo gratificante que esta experiencia es. He sido testigo de lo difícil que es organizar este tipo de actividades. Durante tres sábados, 50 niños de Manchay, nos han acompañado durante el día y debo confesar, que hemos aprendido más de ellos, que ellos de nosotros. Es increíble el hecho de que a pesar de todas las dificultades que han tenido que pasar, todavía son capaces de sonreír y de dar amor. Ellos nos ven como héroes pero, los verdaderos héroes son ellos. Realmente admiro su fortaleza y las ganas que le ponen sábado a sábado.
Una de las experiencias más bonitas de la Confirmación fue el retiro. Ahí aprendimos a valorarnos más a nosotros mismos, a nuestros amigos, a nuestra familia y sobre todo, a fortalecer nuestra relación con Dios. Aprendimos la importancia de pedir perdón, de reconocer los defectos y las virtudes propias, a relacionarnos mejor con nuestros amigos, la importancia de decir “Te quiero papá”, a construir nuestra vida sobre Jesús, que es la única base que soporta cualquier adversidad.
Tengo ante mí, a 36 de mis más queridos hermanos, cada uno con los dones que Dios les dio, con defectos y virtudes, con mucho que ofrecer. Por ejemplo, está Hessy, con un gran sentido de solidaridad; a Valeria, una gran poeta; a Branco y Alonso, grandes deportistas; a Rodrigo, siempre atento a las necesidades de los demás; a Adriana, siempre dispuesta a oírte y a darte un consejo; a Renzo, miembro incansable del equipo; Juan Carlos y Ximena, inteligentes y con gran creatividad para superar obstáculos; a Nicole, siempre perfeccionista; a todos los lingüísticos, por su sentido del humor. Podría continuar nombrando las virtudes de todos mis amigos, pero debo continuar. Miren con cuantos dones hemos sido bendecidos, cuanto tenemos para ofrecer a la sociedad, que muchas veces es indiferente a las necesidades de los demás.
No veamos esta ceremonia como el fin de algo. Es el fin de la preparación que debemos realizar para ser soldados de Dios, pero es el inicio de algo mucho más grande. Ahora no estamos solos, ahora formamos parte de una comunidad mucho más grande que nosotros, que está a la espera de todo lo que podamos ofrecer y que está dispuesta a ayudarnos a realizar las metas que no podemos cumplir solos. Somos ahora oficialmente y voluntariamente parte de la Iglesia. No seamos cristianos mediocres, atrevámonos a hacer el cambio en la sociedad, no seamos indiferentes.
Por último quiero agradecer, antes que nada a Dios, por poner esta experiencia en el camino de nuestras vidas y por todas las bendiciones que nos da. A mis padres, por ser un gran ejemplo de vida y por apoyarme siempre. A mi familia, por ser los pilares que sostienen mi vida. A mis amigos, que con el tiempo me he atrevido a llamarlos hermanos, por ser mi segunda familia y por todas las alegrías que me brindan. A Elsa, Katty, Pablo y al equipo del retiro, por guiarnos a través de esta experiencia. Al equipo del Apostolado, por sacrificar su tiempo y por su ayuda desinteresada. A Paquita, a Mónica y a todas aquellas personas que nos han apoyado en las actividades del Apostolado.
Edo

No hay comentarios: