martes, 9 de febrero de 2010

I am the master of my fate, I am the captain of my soul (Invictus)

El sábado fui a ver Invictus con R.Ch., B.F. y N.J., obviamente por iniciativa de R.Ch., jugador y fanático del rugby. Y aunque las reglas del rugby todavía no me han quedado del todo claras después de ver la película, y  de todas las explicaciones de B.F., hubo una escena en el que una voz en Off declama un poema que, por cierto, le da el título a la película. Se trata de Invictus, valga la redundancia, escrito por William Ernest Henley. Esa fue la mejor parte de la película, aunque R.Ch. me contradiga. 
Después de leer un poco sobre la biografía de Henley, en Wikipedia por cierto, el poema cobra sentido. Pongámoslo así, Henley no tuvo buena suerte: sufrió de tuberculosis a los 12 años, lo que ocasionó la amputación de su pierna izquierda, su padre murió cuando él tenía 19 años, pasó tres años internado en un hospital debido a su pie derecho y su hija murió a la edad de 5 años. Sin embargo, Invictus, escrito en 1903, el mismo año en que Henley murió, es el poema perfecto para esos momentos en los que no nos queremos rendir.  Te deja con las ganas de ser más y de ser mejor. Y, cuando lo lees, no puedes evitar escuchar la frase, que suena más a cliché, en tu cabeza: "retroceder nunca, rendirse jamás".
Pero les dejo el poema, para que cada uno saque sus conclusiones:

Invictus

Out of the night that covers me,
Black as the Pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul.

In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed.

Beyond this place of wrath and tears
Looms but the Horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds, and shall find, me unafraid.

It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll.
I am the master of my fate:
I am the captain of my soul.
 

William Ernest Henley 

Edo

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